07 March, 2007

Teotihuacan - Disfruta el Silencio

Como un tonto - o Loco - salí esa mañana hacia las pirámides de Teotihuacan: pedí un taxi por horas y luego de darme cuenta de lo increíble del gasto que tendría que hacer para que me esperara tuve que semi-abortar el plan, confiando en que allí podría tomar un taxi de regreso.

Luego de una hora de vía rápida fuera del DF hacia el Estado de México y hacia las pirámides, estuve pensando en muchas cosas: desde si tendría suficiente efectivo, o si habría baños en el lugar, si realmente valía la pena todo este esfuerzo para una excursión, o si algún día resolvería estas cadenas bajo las que vivo actualmente. Bajo la música de Belanova, recordando la proeza de sobrevivir al concierto de la noche anterior (ese es otro mail), divagué sobre estos temas mientras leía una National Geographic que el taxista me había prestado par que leyera sobre las pirámides.

En una explanada árida me dejó el taxista con sólo el aviso de que donde me dejó era donde se tomaba el camión de vuelta, yo cargando mi iPod, mi suéter office buster atado a la cintura (que me había salvado del frío toda la semana, y que precisamente se convirtió en un lastre dado que hizo un sol intenso todo ese día), mi cámara digital (la cual había olvidado desgraciadamente la noche anterior) y mi siempre confiable koala; me enfrenté a lo desconocido poniéndome en la cola para comprar la entrada a las pirámides.

Fui recibido inicialmente por la roja tierra del estacionamiento del lugar, quizás la sangre de quienes murieron allí en sacrificio le dio ese color, quizás la extraña desaparición de sus habitantes originales - los Totonacas - tenga algo que ver. Al llegar al centro inicial, cual mago, tomé provisiones para mi viaje: agua embotellada, un mapa y una gorra contra el sol. Crucé el edificio principal y entré en una explanada inmensa donde a lo lejos se veían una serie de construcciones - pirámides - que parecían demasiado lejanas como para visitarse pronto.

Inicié mi viaje en la ciudadela, donde luego de deambular un poco me conseguí a un grupo guiado a quienes me "uní" y a través del cual pude conocer la característica fundamental de Teotihuacan: el hecho de que es una construcción construida una sobre otra. Como las villas romanas o como capillas alrededor del mundo, pobladores subsiguientes construyeron sobre lo que habían hecho sus ocupantes anteriores haciéndolo mas y mas grande (muy parecido a nuestra civilización desde Gutenberg hasta nuestros días). Luego de un par de serpientes aladas, pinturas murales en rojo intenso - como la tierra que me recibió - de jaguares y cocodrilos creadores del universo, decidí separarme de este grupo mientras terminaba su recorrido, el cual yo apenas comenzaba. Luego de eso me di cuenta que más que la apresurada visita que tenía planificada, era momento de indagar un poco más sobre este extraño lugar.

Siguiendo mi camino a través de la Calzada de los Muertos, encontré lo que parecía ser un hombre santo que daba instrucción a un grupo de jóvenes, en medio de un puente que cruzaba un río ahora seco - punto medio entre la zona sagrada y lo laico - explicando sobre la naturaleza del río y de la historia de como por decreto se convirtió el lugar en monumento de la república y de como si se hubiera sometido a consulta pública no existiría en este momento (probablemente habría un Club Med allí), lo que me dejó pensando en como este comentario representaba la idea tecnocrática en su máximo (el experto sobre el conjunto), y como la democracia y la decisión popular (y mas en su sentido de ser la mas aceptada, no la proveniente del pueblo) no siempre toma buenas decisiones.

Caminando hacia una de las construcciones laterales del conjunto, este hombre nos paró y nos hizo ver como la Calzada, luego del puente, pasaba de una simple "calle" plana a una serie de jardines hundidos que poco a poco iban subiendo de altura hasta llegar a una altura de lo equivalente a un edificio de 16 pisos al final de la Calzada, la base de la Pirámide de la Luna. Este comentario volvería a mí mas tarde.

Ya en unas construcciones, me enteré que el hombre santo y el grupo de jóvenes eran un curso de antropología de alguna universidad que visitaban el lugar, ya aquí empezaban a discutir sobre como en aquel sitio podía verse claramente la presencia de strata culturales, evidentes por la presencia de escaleras a nuevas construcciones dentro de construcciones internas (una vez mas, una construcción sobre otra). Los seguí un rato mas, oyendo sus discusiones técnicas sobre como ese lugar era como una cebolla (como shrek, al parecer) hasta que me di cuenta de que si quería conocer el resto del lugar ese día, debía dejar a los antropólogos en sus discusiones técnicas y seguir mi propio camino.

Ya frente a la Calzada sagrada, luego del puente sobre el río, empecé mi camino bajo el sol y el calor a través de la difícil masonería Totonaca llena de vendedores de baratijas, piedras y tortugas. Durante este arduo camino, y viendo al final del camino a la inmensa Pirámide del Sol y la mas pequeña Pirámide de la Luna, me di cuenta de como el mundo antiguo tiene lecciones que hemos no sólo olvidado, sino que últimamente hemos denegado activamente.

1) La ascensión debe ser gradual, con su respectiva prueba en cada etapa: Como les dije, cada jardín hundido gradualmente subía de nivel y llevaba a los grandes monumentos sagrados. Para alguien de la época, el caminar a través de cada jardín hundido representaba un acercamiento hacia lo divino, el cual se hacía gradualmente para darle sentido a este viaje, como un carro tirado por dos leones. Actualmente la gratificación instantánea y la sociedad de consumo nos han hecho olvidar esta importante lección.

2) La dualidad - y por consiguiente el Misterio - es una ley natural: el ver ambas Pirámides no queda duda, ambas dualidades representadas por un reto absoluto y una relativo (ver mas abajo) son parte de la naturaleza y el Misterio que generan son necesarias (como diría Campbell) para la indagación interior del ser y su crecimiento interno. Actualmente creo que fuimos demasiado eficientes en matar a Dios, el increíble trabajo de rescate del Renacimiento que, como diría Hillman, es el rescate no del hombre sino del Alma, y que salvó a Dios de un puesto que no debió tomar durante la Edad Media (convirtiéndolo en un rito, el gran miedo de Confucio), pasando por el Modernismo donde ya la Razón había tomado su puesto y el Postmodernismo, donde la destrucción del Metarrelato libró a la humanidad del yugo de la Razón, pero destruyó el Sentido esparciéndonos como pedazos de un espejo quebrado.

3) El Ciclo y la necesidad de la muerte como parte de la vida: La Ciudadela, visitada al comienzo de la travesía, tiene un patio dedicado a la medición del tiempo con altares en los cuatro puntos cardinales con un número de escalones que sumados, daban las 52 semanas del año del calendario. Esto demuestra la maestría - y la experiencia proveniente del ciclo de la agricultura - sobre los ciclos y lo importante que eran para ellos. La Pirámide de la Luna, donde recientemente se encontraron tumbas masivas, posada junto a su compañera del Sol confirma la importancia que le daban sus constructores a ambos puntos en el ciclo; a diferencia del mundo actual, donde no existen ciclos y la muerte es un absoluto indeseable la cual se evita a todo costo, como la interminable necesidad de crecimiento de las corporaciones (gracias Mickey), que no obedece a ningún ciclo natural y no acepta la fuerza regulatoria del ciclo.

Toda está cháchara me hizo darme cuenta que había una diferencia entre los antropólogos que había visto recientemente y lo que me movía en este lugar, ya terminando mi caminata en las faldas de la Pirámide del Sol, la diferencia es que estos estudiantes se embarcaban en la búsqueda del Qué, Donde, Cuando, Por qué; yo en cambio estoy buscando algo mas allá de los 5 "W's", es mas bien una búsqueda de Sentido.

"Redemption song" sonaba al llegar a la Pirámide del Sol y viendo el reto frente a mí decidí tomar un descanso del par de kilómetros de viaje por la Calzada. El reto absoluto, como lo vi personalmente, constaba de un ciento de escaleras, muchas de casi un metro de alto, que llevaban al tope de la construcción más alta del conjunto. Un poco de agua, un arreglo de ropas y del koala y del suéter que colgaban de mí y me dispuse a subir. De la subida poco, mucho esfuerzo, descanso en cada etapa, muchas fotos; lo importante es que allí recordé lo leído de como los montículos buscaban acercar al hombre a lo celestial, y como el sacrificio (en forma de matanza de animales, humanos, o tan simple como la quema de plantas, ofrenda de comida o ayuno) era lo que permitía el contacto espiritual - además del físico al tope del montículo - del hombre sagrado con la deidad. Tomando esta idea, asumí la escalada de esta manera, retomando la idea de la ascensión pausada, descansando en cada nivel.

Al llegar al tope, cansado y seco, vi como la gente se agrupaba alrededor del centro del tope de la pirámide – un conjunto de piedras pequeñas unidas por un empastes milenario que luego recordaría en mi reto relativo – que se arrodillaba por turnos y tocaba un pedazo de la pirámide por unos momentos. Un guía que estaba allí incitaba a su grupo a tocar este punto y le pregunté cual era el mito detrás de esto, me explicó que en ese punto había un tornillo que si se tocaba se podía pedir un deseo. Mientras pensaba en mi deseo miraba como los turistas hacían lo propio sosteniendo esferas de obsidiana (vendida por cualquier lado en aquel conjunto) hablando de cómo se "traspasaba la energía" de la pirámide a la esfera, yada, yada, yada…

Personalmente creo que la verdadera función de el pedir deseos, mas que la incitación de fuerzas externas al cumplimiento de lo propio, es la fijación de la voluntad interna hacia un objetivo, que consciente o subconscientemente se realiza. Esta explicación no trata de ninguna manera de quitarle lo misterioso o maravilloso del deseo – no intento quitarle su magia – sólo trato de buscar lo que realmente es valioso del acto de desear, quitando un poco de paja del medio que además de funcionar como placebo (efecto no despreciable por cierto), a veces termina forjando cadenas de voluntad en aquellos que desean, haciéndolos cometer actos que van es su propio detrimento sin tener el sentido necesario.

Allí en el tope de la Pirámide traté de decidir cual sería mi deseo. Mucho he leído y visto sobre deseos y sé lo difícil que es hacerlo sin tener consecuencias negativas al final del camino ("be careful for wath you wish, you may get it"), o de deseos banales que no se dan por ser sólo caprichos del momento. Buscando mi deseo más por afán de convertir mi experiencia en algo trascendente y no en sólo una colección de experiencias y fotos, recordé que hace no mucho Rider, Waite y Banzhaf me dijeron que buscara al sol (algo bastante en línea con estar en el tope de la Pirámide del Sol por de mas), algo que me hacía falta estando atado como estoy en el punto mas oscuro de la noche, a punto de caer de la Torre. Así que aprovechando la ingenuidad turística posé ambas rodillas en el tope de la Pirámide y pedí mi deseo: El Diablo, La Torre, La Estrella, La Luna, y finalmente, El Sol.

Bajar la Pirámide, aunque más fácil, es mas peligroso que subirla, por lo que con calma la bajé (así como me despediría del conjunto luego), pensando un poco acerca de ese Sol por el que había deseado. Al llegar a su base de nuevo, y decidido a buscar mas agua ya que la que había adquirido antes expiraba al terminar exitosamente mi primer reto, caminé un poco hacia la segunda puerta del conjunto, llena de vendedores y sol. En mi camino, me llamó la atención un pequeño "huevo" de cuarzo morado el cual me recordó la razón de mi visita el cual compré teniendo ya entonces, por todas las definiciones posibles, un recuerdo de aquella travesía cuyo significado iba mas allá de que dijera "México", "Teotihuacan" o "Fui a las pirámides y todo lo que me compré fue esta franela".

Luego de dispensarme mas agua y revisar un par de baratijas mas (buscaba algo en obsidiana para mí que no fuera muy llamativo, quizás con algún símbolo relevante), me enfrenté a mi segundo reto: el reto relativo. La Pirámide de la Luna, más pequeña que su contraparte del Sol, tenía escondidas varias trampas que eran de esperarse de algo que represente el arquetipo de lo cambiante y relativo. Ya caminando por el centro de la Calzada, ya en mi via regia, me acercaba poco a poco al fin del viaje.

Al llegar a mi segundo reto, mi iPod tocaba "Stir me up" de Marley, lo que se mezclaba con el sonido de los vendedores que tocaban sus flautas de tortuga intentando completar el ingreso del día para comer. Entendí entonces que estaba dejando de disfrutar una de las cosas más maravillosas de aquel sitio, algo que no se encuentra ya en nuestro maravilloso mundo civilizado y algo que, quizás, nos haga falta más de lo que creamos. Apagué mi iPod y me dediqué desde ese momento a disfrutar del silencio de aquel sitio, de cómo la inmensa explanada dejaba escapar el ruido y que ahora, finalmente, estaba sólo conmigo mismo en medio aquél altar inmenso que es Teotihuacan.

Comencé mi ascenso a esta segunda Pirámide ya en automático, cualquiera que haya estado exhausto sabrá que llega un momento donde uno simplemente sigue y el dolor sólo es una señal de que tarde o temprano continuar será imposible. Los escalones de esta Pirámide, a diferencia de la del sol, eran mas altos e irregulares, lo que hacía que –aunque pocos – el ascenso necesitara mas atención y cuidado. Convencido en mi delirio turístico de la necesidad de vencer ambas cumbres y curioso de que me podía encontrar a su tope (otro clavo mágico?, algún sabio en su tope como aquel que había dejado ya atrás instruyendo a los cuidadores del futuro?), simplemente seguí subiendo hasta que en su tope las escaleras milenarias terminaban en una serie de piedras mal unidas con esa pasta-concreto usada por los Totonacas. Ahora no era sólo un ascenso, sino una escalada al tope de aquella trampa nocturna, así que voltee mi gorra, aseguré mi suéter y koala, y tome la pirámide con mis manos.

Luego de recordar varios consejos de mi madre y mis amigos sobre las rocas grandes y pequeñas, lisas y puntiagudas, y de cuales sirven de base y cuales no, llegué al tope de la Pirámide donde no había clavo, ni sabio, ni magia, sólo un sentido de haber completado el viaje que me hizo disfrutar mucho mas la vista de todo el complejo. Luego de un rato de contemplación, decidí retomar los engañosos escalones de la Pirámide de la Luna de vuelta a la Calzada, de nuevo con mis manos en la Pirámide bajé hasta que de me encontraba en tierra firme, de espaldas a la Pirámide, entre dos altares guardianes y frente a una plataforma donde posiblemente, hace mucho tiempo ya, se usara para comunicarse con las deidades.

Era momento del cierre de la visita, no podía ya dentro de mi delirio simplemente tomar una salida cualquiera y pedir un taxi a mi hotel, sería como el indio americano que ha matado al bisonte y no se ha lavado antes de volver a su familia; por lo que decidí volver al punto original de mi llegada (a unos cuantos kilómetros de distancia) y descender poco a poco de aquel sitio sagrado en el que había estado. Emprendí mi viaje de vuelta por la Calzada ya no tomando los atajos laterales a través de los cuales hice mi paso mas "recto", sino por el medio de estos jardines hundidos, con una decena de escalones para subirlos, y una decena para bajarlos.

Hice esto al menos unas seis veces, sin contarlos sinceramente y sin ver hacia atrás en ningún momento, ya que estaba mas enfocado en la idea fascinante de cómo había podido convertir esta visita que había comenzado en medio de tanto miedo e incertidumbre en una experiencia maravillosa de búsqueda del sentido. Entonces entendí, o más bien sentí, que lo que siempre he querido hacer estaba a mi mano, que revivir el mito (el metarrelato asesinado por el postmodernismo) era posible y que, aunque ahora todo lo que haga es vender jabón, algún día podré encontrar la manera de llevar este mensaje a otros, podré realizar mi Sol.

Del resto del viaje, sólo debo decir que estuve confiado en mi vuelta. Tomando un camión por la carretera Mexicana, llegando a la central norte de autobuses del DF y, finalmente, un taxi de vuelta a mi hotel, terminé mi viaje ya cansado de tener miedo, de estar atado y esperando a que caiga la Torre.

1 comment:

Anonymous said...

pues la verdad el que te conto la historia esta loco por que eso es mentira si queires saber la verdad contactame mi mail es giovani_ange@hotmail.com ok soy de queretaro bye espero que me agreger