06 May, 2010

La ética subyacente del Oráculo

Desacreditados y banalizados por la televisión matutina, los oráculos tienen una historia mucho más larga e interesante que la que el brujo de moda cuenta, o conoce. Quinn en su libro “La Historia de B” plantea que el verdadero punto de inflexión entre el Ser Humano animal y el Ser Humano cultural es su capacidad de concatenar elementos para formar una historia. Cuando los primeros cazadores dejaron de usar su olfato, vista y oídos para cazar; y empezaron a ver pisadas, hojas rotas y formularon la primera historia de la presa en huida, ellos tomaron el mismo martillo que tomara Nietzsche más tarde y asesinaron a su primer Dios: aquella conocida entre algunos como Gaia.

Como el concepto sin nombre que no existe expuesto por Foucault, Adán crea un mundo totalmente nuevo al nombrar a cada una de las cosas con este nuevo invento – la Historia – y se separa de la naturaleza hacia mundo meta-natural, el cual ahora enfrenta sólo y como espectador.

Y al mismo tiempo este nuevo Ser Humano necesita explicar este nuevo mundo, por lo que usa su nueva y brillante herramienta – la Historia – para hacerlo. El mito, en su segunda aplicación con la que construye ladrillo a ladrillo la Pirámide de Maslow, forma entonces parte fundamental de su espacio en el mundo con el que forma la ventana a través de la que mira ese mundo viejo que ya dejó atrás.

Pero esta separación sujeto-objeto – semilla de todos los mitos de impureza, exilio, y subyugación humana a fuerzas externas y/o divinas – crea una necesidad de control sobre este mundo (ahora) externo el cual tiene demasiadas variables que no puede procesar a través de su ventana que por más que intente expandir, nunca podrá abarcar el mundo que abandonara ya hace mucho tiempo. Entonces se recurre a la intuición – fuente primaria que usara el hombre para crear la Historia – e intenta recuperarla como puente entre lo controlable (el mundo interno, el mito, la sociedad) y lo incontrolable (la naturaleza, el tiempo, el mundo del otro). Esto lo logra a través del Oráculo, del adivinar e interpretar con el fin de lograr el control de lo externo.

Pero todo Oráculo – conchas, cartas, monedas, rocas, runas, vuelos, hierbas, etc. – se basa en un Mito, una idea inicial de mundo, una Cosmovisión, bajo la cual existe un sentido de mundo y de la posición del Ser Humano en él. Cosmovisión en la que subyace indefectiblemente una opinión ética de cómo ese Ser Humano debe comportarse o no respecto a la función que dicha Cosmovisión dicta y en la que se basa dicho Oráculo.

Entonces el Oráculo incluye una ética, una opinión de cómo debe actuar quien lo consulta para desarrollarse y/o vivir dentro de los dictámenes de la Cosmovisión base del Oráculo.

Esto es especialmente relevante cuando se comparan dos de los Oráculos más populares del mundo actual: el Tarot y el I Ching. Occidente y Oriente, ambos plantean éticas casi opuestas que reflejan las diferencias culturales de sus Cosmovisiones base.
El I Ching, basado en el Tao, contiene un término especialmente revelador: “sin falta”. Bajo la premisa Taoista del Wu Wei – actuar sin actuar – y el de fluir dentro de la realidad junto a la naturaleza, el I Ching plantea consejos e interpretaciones donde busca que el consultante se funda dentro de la red de fuerzas que hilan su circunstancia actual. Por lo que la inacción, o la acción debidamente medida es la recomendación que estas 64 combinaciones imparten a quienes lo consultan. Finalmente vemos como entonces el encajar en la realidad es el principio fundamental del Oráculo, algo muy congruente con la sociedad imperial China y su cultura milenaria.

Por otro lado, el Tarot de origen occidental plantea una ética completamente distinta. Su segunda carta – el Mago – inmediatamente pone al consultante en una posición de poder sobre la realidad (armándolo con Espada, Basto, Copa y Oro), y donde es el control de estas fuerzas el fin fundamental del desarrollo de la personalidad que Jung desarrollara posteriormente usando la alquimia y su simbología como base (fuente originaria común con el Tarot). A través de un viaje diurno y nocturno, el Tonto Héroe pasa a través de procesos que lo colocan a favor de las fuerzas naturales (el Carro, los Amantes, el Mundo, el Sol, la Emperatriz), en contraposición a estas (el Diablo, la Muerte, el Colgado, la Justicia, el Emperador), o en posiciones neutrales o de colaboración mutua (el Ermitaño, la Fuerza, el Juicio, la Rueda de la Fortuna). Entonces, no es sólo la circunstancia lo importante, no es el “hombre alto de pelo negro que conocerás en una reunión con tragos”; sino una serie de procesos, “buenos” y “malos” (constructos humanos), a través de los cuales es necesario pasar para avanzar hacia el Individuo, el ser de opuestos unificados. Necesidad contra Moral.

Finalmente, entonces podemos ver como ambos Oráculos plantean éticas distintas: mapas y opiniones de conducta distintas a través de las cuales impulsan a quien consulta a integrarse al grupo y a su entorno exterior, dejando pasar y dejando ser; o a tomar acción e individuarse poco a poco a través de procesos internos de construcción y deconstrucción del Yo.