12 April, 2010

Cuentos para un amigo de la familia 5

Tácticas Operativas

José estaba totalmente preparado, vestido con el uniforme de más alta efectividad y llevando un arma de probado alcance y confiabilidad: ante él yacía la entrada al lugar del enfrentamiento. Ya era la cuarta vez que chequeaba el equipo y se decía a si mismo por última vez “ahora o nunca”, la responsabilidad era grande ya que adentro le esperaban y de cómo realizara los procedimientos conseguiría o no la victoria. José había hecho esto anteriormente decenas de veces pero esta vez era distinta, esta vez era importante, y tenía miedo de fracasar.

José abrió la puerta del local pensando “sea lo que sea”, empuñó su arma con fuerza y avanzó diestramente por el recinto buscando su objetivo, varias veces intentaron interceptarle pero con gran coraje José seguía internándose hacia las entrañas del lugar resuelto a llevar a cabo su misión. Ya desesperado por fin localizó lo que buscaba y empuñando en alto su arma se acercó.

- Hola José, ¿Conoces a Carlos, mi marido?

Entonces José bajó el ramo de rosas y viendo a Carlos trató de sonreír mientras se disculpaba porque no podía quedarse a comer, lo acababan de llamar de la oficina y debía encargarse de algo importantísimo.

Dejó el ramo de rosas en una silla y regresó lentamente por donde había venido.

Cuentos para un amigo de la familia 4

Recuperación Apolítica

Cuando me bajé de la ambulancia supe inmediatamente que el trabajo no iba a ser fácil, algo en la fachada del edificio, o en la falta de ella, me indicaba que de este trabajo no iba a salir ileso. Tomé la escopeta automática y me puse el chaleco antibalas. Mientras José se preparaba con el equipo paralizador, los paramédicos bajaron por la puerta trasera de la ambulancia, sus caras palidecieron al verme por primera vez armado con la escopeta y el chaleco, por lo que con mucho cuidado trataban de colocarse detrás de mí al entrar al edificio.

El edificio era realmente viejo, debería tener ya casi un siglo. Era el típico edificio de la post-dictadura construido por inmigrantes italianos que trataban de imitar el canon “europeo” de la época, líneas de aluminio y elipses trataban de darle al edificio una imagen moderna, pero años de desidia y las constantes bombas de la guerrilla durante la guerra Gran Colombina apenas si le dejó fachada al edificio. Despacho indicaba que nuestro objetivo estaba en el cuarto piso y que si era posible que lo recuperáramos con vida.

Los implantes se dañaban menos.

Cuando José estuvo listo con la pinza y los dardos di la orden de entrar. Con cuidado me acerqué a la entrada, no sólo nuestro objetivo era peligroso, sino que tampoco teníamos idea de que tipo de sujetos habrían tomado este edificio. No es que la zona fuera especialmente mala, pero no quedó mucho de Altamira al final de la guerra, las fuerzas independentistas se refugiaron en esta zona y obviamente los Gran Colombinos le lanzaron todo lo que les quedaba luego de haber “liberado” Colombia y Ecuador, además parece que era una especie de símbolo por alguna razón que nunca he podido conocer. En el fondo se oía alguno de los discursos del General que era difundido por la “red pública de difusión urbana del mensaje Gran Colombino”, creo que seguía criticando el embargo internacional y prometía que se estaban planeando los nuevos programas sociales que acabarían con la pobreza en la Republica,

otra vez.

En el descanso del primer piso un grafiti me confirmó mis sospechas, una bandera de tres colores estaba pintada en la pared. Eso sólo podía significar una cosa: que en el edificio existía alguien tan valiente o tan estúpido como para seguir con la idea de un Departamento Bolívar independiente. Revisé el comunicador y le pedí a Despacho una térmica del edificio. Me lo descontarán del sueldo, pero prefiero ganar menos en este trabajo a que mi hija cobre mi seguro de vida.

Downloading.....

Detrás de mí se abrió una puerta, la cara de una mujer vestida con el atuendo de alguno de los grupos evangélicos que operan en la zona (bata unicolor y zapatillas blancas marca PASEO) pasó en un segundo de un estado apacible a uno de incredulidad absoluta al apuntarle con la escopeta. Con mucho cuidado puse mi dedo índice en frente de mi boca haciendo el signo de silencio, la mujer asintió, dejé de apuntarle, y la mujer bajó las escaleras apresuradamente. De nuevo el sonido de goteras y un discurso del General en el fondo llenaron por completo el pasillo, ahora hablaba sobre crear cooperativas para criar algas, o algo así.

Thermoscan complete.
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No gracias.

La térmica daba alrededor de tres personas en el cuarto piso y unas cinco personas más en el resto del edificio, aparte de nosotros. Me volví hacia el resto del grupo y vi como uno de los paramédicos asentía ante cada nueva promesa del discurso del General. Con señales de manos les indiqué lo que había visto en la termal por lo que Mario y Juan sacaron sus pistolas de emergencia, sólo uno de los paramédicos quedó desarmado. Al reanudar la escalada vimos como el edificio se llenaba de papeles y de equipos de comunicaciones, banderas de la época pre-guerra y adictos al Simstim que en un rincón sudaban frío mientras sus ojos desenfocados eran reemplazados por una conexión USB 2.8 en la frente que reemplazaban sus sentidos básicos. Sin vista, oído, gusto, olfato o tacto, los imbéciles babeaban el suelo mientras soñaban sueños eléctricos de playas en Estados Unidos del Oeste, surfeando con la última estrella porno.

Suena divertido, lástima que te tueste las neuronas.

En las escaleras del tercer piso me detuve, saqué mi pequeño espía remoto. Era del tamaño de una cucaracha y tenía patas que se pegaban a la pared, con el control podía manejarlo fácilmente y a través del visor podía ver lo que su cámara captara. Después de unos segundos de inicializar el sistema, la “cucaracha” estaba lista para reptar por el cuarto piso de aquel edificio. En unos segundos vi como este pasaba de un apartamento a otro hasta que en el tercer apartamento nuestro objetivo dormía plácidamente en un sofá mientras alguien escribía en una computadora algo sobre “Venezuela: el sueño posible”.

Faltaba uno.

Recuperé al espía y empecé el conteo: una patada a la puerta y dos disparos más tarde y nuestro escritor estaba en el piso con una pierna menos por la que preocuparse. Nuestro objetivo intentó pararse, pero José lo neutralizó con un par de dardos. En un par de segundos lo paramédicos empezaron su trabajo.

Faltaba uno.

En la pantalla del computador estaba lo que parecía ser un manifiesto político sobre la independencia del Departamento Bolívar, y en el piso su escritor gritaba sin cesar mientras los paramédicos liberaban los nanitos que le unirían la pierna de nuevo a su cuerpo.

“¡Traidores, Vende patrias, Venezuela libre!”

Luego de un culatazo de la pinza eléctrica ya sus palabras no eran tan fuertes ni tan coherentes, por lo que el silencio del discurso del General volvía al edificio, su excelencia hablaba ahora del “Golpe Tecnológico” y de cómo la Gran Colombia lo había derrotado. De los tecnológicos creo que este era el tercero que había derrotado, antes había sido un golpe ganadero, uno educativo y uno indígena.

El sonido de José cayendo al piso me hizo volverme hacia la puerta, vi como desde la entrada al apartamento un niño vestido con una gorra negra con estrellas en forma de arco disparaba con una Uzi III©, despedazándole un brazo a mi compañero mientras los paramédicos buscaban en el piso sus pistolas de emergencia. Giré en el piso y con mi escopeta disparé hacia la entrada, cuando los disparos cesaron no tuve el valor de ver el resultado de mi ráfaga de disparos de balas razas.

Por Dios, era sólo un niño.

- “¿Contento?”, preguntó el escritor que se recuperaba de la descarga.
- “Él disparó primero”, dije mientras al mismo tiempo lamentaba haber empezado algún tipo de conversación.
- “Maldito Generalista, ¿no recuerdas lo que era vivir en libertad?, sin nadie que te dijera que estudiar, o que ver, o como vestir”, empezó a llorar al ver la cantidad de sangre que bañaba el corredor del apartamento.
- “¡Él disparó primero!” respondí.
- “Si, mi hijo disparó primero” el llanto le impedía seguir, “¡Ojalá te hubiese dado!”.

Los médicos habían terminado de retirar el brazo implantado de Raúl Piñeiro, quien había dejado de pagar sus cuotas de pago por instalación y servicio. Me dieron la señal de listo y les di las instrucciones de evacuar. José podía caminar hasta la ambulancia.

“¡Esclavos del General!, ¡Carroñeros!, ¡Malditos Carroñeros que no les importa sino el dinero!” dijo esta vez mientras trataba de pararse. “¡Mataste a mi hijo!, ¡¿no recuerdas cuando éramos libres?!”

“Él disparó primero” fue lo único que pude responder mientras bajaba por las escaleras porque en realidad ya no me acordaba como era Venezuela antes de la guerra.

Cuentos para un amigo de la familia 3

¿Qué haces allí en la penumbra?

- ¿Qué haces allí en la penumbra?

Porque la luz me ciega y en ella me siento incómodo. Porque en la luz todos me ven y debo explicarles todo lo que hago, porque en la luz cómo me veo es más importante qué cómo me siento, porque en la luz ya todo es conocido y lo maravilloso está explicado y pierde su magia.

- ¿Qué haces allí en la penumbra?

Porque la oscuridad me aterroriza, porque allí todo depende solo de mí y no habrá nadie que me vea cuando me hunda, porque en la oscuridad debo renunciar a la seguridad de lo probado, porque le temo a lo que no conozco y quizás encuentre exactamente lo que busco.

- ¿Qué haces allí en la penumbra?

Porque soy un cobarde y temo decidirme, porque no puedo tomar ese paso que me inunde luz o me cubra de oscuridad y termine esta desesperación que me paraliza y que no me permite avanzar hacia lo establecido y seguro, o hacia lo desconocido y emocionante.

- ¿Qué haces allí en la penumbra?

Porque odio la luz y temo a la oscuridad.

CX - 2003

Cuentos para un amigo de la familia 2

Asesinato Intelectual

Lila

Lila meditaba.

La alfombra de paja le picaba las piernas que mantenía en posición de Loto, la grama olía fresca luego de la lluvia y los pájaros cantaban a su alrededor alegremente.

Lila meditaba.

Las nubes se movían rápidamente dado el viento que las impulsaba, las gotas de la cascada le mojaban el rostro y el manzano se mecía suavemente en el viento.

Lila meditaba.

La alfombra de paja se volvió fría como una placa de hielo, la grama olía a chicle bomba y las gotas de la cascada le quemaban la cara.

Lila pensó en el panel de control.

Inmediatamente un rectángulo bidimensional apareció frente a ella, "Alguien se está metiendo con mi configuración", luego de unos toques en el rectángulo Lila se percató de que algo no estaba bien en el sistema.

Lila pensó en volver a casa.

La grama desapareció, la alfombra ya no helaba y los pájaros, las nubes y el manzano se distanciaban de ella a una velocidad inmensurable.

Lila maldecía.

Emisaria

Frente a Lila, una pantalla de cristal líquido mostraba el símbolo del Tao proyectado en tercera dimensión con logaritmos fractales: era la manera lenta, pero demasiado tiempo en el dojo digital le producía una jaqueca horrible. El dojo le permitía meditar en calma dentro del caos en el que vivía en el pequeño hotel de ataúdes del centro de Honk Kong, incluso dentro de su ataúd se podía oír al tren subterráneo pasar, las prostitutas trabajando y las tríadas defendiendo su territorio...

... y se suponía que la Tecnocracia nos libraría de todos nuestros problemas.

Luego de años de lucha y el enfrentamiento final la Tecnocracia había logrado normalizar, medir y pronosticar la mayoría de los hechos que componían la realidad: el acceso al resto de las dimensiones estaba prohibido (aunque ella solo había oído rumores de la existencia de otras además de la web), la magia no pasaba mas allá de unos cuantos efectos coincidenciales (aunque alguna vez vio volar a un monje antes de explotar en pedazos gracias al efecto regulador de la paradoja) y la tecnología realmente no nos ha librado de todos nuestro problemas.

Lila revisaba el sistema en busca del fallo que desconfiguró su dojo, no era normal que de repente las cosas se descalibraran tan gravemente, normalmente el constructo se degradaba poco a poco.

gateway.txt

"Ok, tengo un hacker en el sistema", pensó Lila mientras que casi se pega con el techo de su ataúd al tratar de sentarse."Veamos que hay en este archivo".

alt.culture.tradition.akashic.discussion

Lila miró al enchufe del enlace neural con resentimiento, cada vez que lo introducía en su implante craneal sentía como parte de su esencia se perdía en la Web Digital; pero si quería saber de qué se trataba el mensaje que había conseguido en su sistema debía hablar con los "superiores".

Del constructo de su dojo, Lila tomó con su mano una nube que parecía distante. Montada en ella voló por encima del techo de nubes e inmediatamente se encontró en medio de la red local de Honk Kong. "UnderZone", pensó Lila e inmediatamente se encontraba frente a la entrada de un sótano. Adentro, un corredor sucio, de paredes oscuras y bombillo titilantes, se repetía infinitamente mientras que en las infinitas puertas estaban escritas los nombres de las diferentes salas de conferencia virtual.

Luego de unos eternos y agonizantes milisegundos de búsqueda, Lila se encontraba frente a una puerta con un signo que en estos momentos definía su propósito en la vida. Haciendo el signo de amistad con sus manos - un mudra -, la puerta le dio paso a lo que parecía ser el cuarto de la Corte Celestial.

El corredor estaba hecho de madera pintada de rojo con resaltes en oro: dragones, monos, paisajes y sabios se podían ver dibujados a través del trayecto; era obvio que el oro es barato en un constructo de la red digital porque este corredor estaría totalmente fuera del presupuesto si desearan construirlo en la vida real. A los lados del corredor se veían pequeños patios, representaciones reducidas de su propio dojo que seguro le servían a los miembros "superiores" para su meditación diaria.

"Superiores", Lila soltó una sonrisa sarcástica al pensar en ellos, en realidad los "superiores" eran unos chiquillos elegidos por un resto de idiotas como los "líderes". Lila estaba segura que sus conocimientos en cuanto a alquimia interior superaban a los de cualquiera de sus "superiores" y sus conocimientos acerca de del registro akáshico eran más avanzados que los de cualquiera, esa era la razón por la que se sometía a estos líderes elegidos: el registro y sus consultas al I Ching le habían revelado que su presencia era necesaria para los cambios que estaban por suceder.

Lila se preguntaba si este mensaje tenía algo que ver con eso.

Al final del corredor, una gran sala llena de estatuas de marfil en círculo, representando a los diferentes ministros de la Corte Celestial, donde sus "superiores" la esperan.

Lila huele el incienso de mandarina,

Lila ve que el constructo de la estatua del ministro Fénix brilla,

Lila oye como las puertas de papel se cierran detrás de ella y un par de guardias celestiales resguardan la entrada con cascos de bronce pulido,

Lila se preocupa.

Origen y Ascensión

"Saludos", dijo Shen-Quon, "¿qué nos traes?".

Lila sacó un manuscrito y lo extendió en la mesa central, hecha de mármol rosado y que en sus lados narraba, gracias a tallas humanamente imposibles, la historia de cómo Lao-Tse viajaba al occidente montado en un buey.

"Esto entró en mi sistema hoy, no sé de donde proviene".

Quin-yong, leyó apresuradamente el mensaje. "¿Los cinco componentes elementales?, nunca he oído de eso". Shen-Quon miró con extrañeza el mensaje: "¿Y qué significa ese código al final?, ¿de dónde proviene?"

Lila respondió, "al revisar el programa de mi dojo encontré pedazos de código anexados, los uní y esto fue lo que encontré, en cuanto a su origen es lo que más me asusta"

"¿Asusta?" dijo Robert Palmer, ministro del occidente.

"Si, logré rastrear el origen del mensaje hasta Loretta-5"

"¡¿Loretta-5?!"

"Si", respondió Lila, "la misma torre de comunicaciones que usaron los maestros al escapar a Horizonte".

"¿Pero no estaba bajo control de la Tecnocracia?", preguntó Palmer

"Exactamente", respondió la estatua del ministro Dragón.

En ese instante Lila corroboró sus miedos, en el cuarto de conferencias no estaban sólo ellos; el cuarto había sido infiltrado por Tecnócratas:

- El incienso nunca es de mandarina.
- El Ministro Fénix no refleja la luz.
- Las puertas no suenan al deslizarse.
- El bronce de los cascos de los guardias están desgastados.

...y eso es porque ella lo programó así.

Las estatuas pasaron de ser de marfil a convertirse en figuras de esqueletos cyborg humanoides de metal que en vez de manos al final de sus brazos, mostraban inmensos rifles de plasma mark-6. Los guardias en vez de permanecer en la posición de guardia, poco a poco se transformaron en un par de agentes con armaduras de combate urbanas hechas de fibra de carbón y kevlar que - junto a los cascos de ferrocarbono con monitores integrados de proyección láser a la retina - hacían que estos se vieran incluso más aterradores que los esqueletos metálicos humanoides.

"No se muevan y nadie saldrá herido", dijo uno de los agentes apuntando su rifle AMX-35, capaz de disparar ráfagas de municiones explosivas sin casquillo, granadas de plasma M2 y perdigones de Selenio comprimido. Lila sabía esto e inmediatamente se lanzó sobre el manuscrito, la Tecnocracia no debía obtener el mensaje de ninguna manera, incluso sin importar el destino de sus "superiores" que deberían saber cómo defender a estas alturas.

"Es más, era su responsabilidad mantener el cuarto sellado", pensó.

En ese instante dos esqueletos cyborg dispararon a los ministros, varios cayeron al suelo. Lila no sabía si estaban muertos, en realidad no le importaba mientras le diera tiempo de abrir un portal fuera de ese lugar.

"Lila, por favor, danos el mensaje", dijo un agente mientras olía su carne quemarse, la consecuencia de alguno de los disparos de los cyborgs.

Lila debía escapar, pero todos los intentos de desconectarse de la red digital estaban siendo frustrados por un sello a la línea de comandos el cual no tenía tiempo de decodificar.

"Maldita sea"

A su alrededor, cuatro cyborgs le apuntaban con sus cañones de plasma y dos agentes aplicaban sus "métodos psicológicos" para lograr que ella le entregara el mensaje. Por un segundo sintió lastima por los agentes, se creían tan "iluminados" cuando no se daban cuenta de que sus "métodos" no eran más que magia prefabricada.

"Novatos"

Lila se había decidido, el mensaje era demasiado importante por lo que cerró los ojos y soñó, con toda su voluntad soñó convertirse en su animal zodiacal: Oveja, aunque no era ningún animal de poder era el símbolo de lo que era internamente.

- "Señor, el sistema rastrea malformaciones de código", dijo el otro agente.
- "Maldición, lo está haciendo. ¡No disparen!, si lo hacen volaremos todos igual. Oficial, inicie secuencia segura de evacuación: olvide a los cyborgs".
- "¡Si señor!".

Lila se veía como una vieja oveja que pastaba tranquilamente en la pradera sin necesidades en la vida, y ese sentimiento no sólo afectó al resto de los constructos en el cuarto, sino al cuarto entero, incluyendo el propio código en el que estaba escrita su existencia virtual. Por esos pocos exquisitos segundos Lila se convirtió, no, Lila era Oveja. No una oveja, sino Oveja; y la paz que le invadió no sólo a ella, sino a los agentes presentes que no pudieron, o quisieron, escapar. Lila en ese momento se sintió en paz con ella y con el resto del universo.

Entonces la realidad empujó a Lila de vuelta, el sentido inconsciente de lo imposible - incluso en el mundo virtual de la Red Digital - se percató de la blasfemia que Lila intentaba.

La paradoja atacó.

Es interesante, si Lila hubiese hecho esto en la Realidad 1.0 simplemente hubiera explotado y el resto hubiera sido historia. Pero en la Red Digital era distinto, en la red el constructo y el patrón en el que este existe están tan interrelacionados que cuando la paradoja ataca sucede algo increíble: Whiteout, donde se "borra" de la red no sólo al infractor, sino a toda el área en el que este se encuentra. Por unos milisegundos existió un vacío en el corredor de paredes despintadas y las luces titilaron, pero como todo en la red, inmediatamente el propio sistema reformateó el área para albergar un nuevo cuarto de conferencias:

"music.pop.idoru.rei.flames", pensó.

Limpieza

El vehículo médico aterrizó en la entrada del motel de ataúdes, el anuncio avisaba de que existían ataúdes vacantes, para los agentes esto era más una confirmación que una noticia. El vehículo, utilizando sus estabilizadores magnéticos y su computadora navigacional calibrada por GPS-II, se posó suavemente mientras las puertas traseras se abrían dando paso a un grupo de cinco hombres ataviados con trajes a prueba de contaminación biológica, un par de ellos cargaban una camilla de manejo de cadáveres.

El equipo, que en su pecho llevaba un símbolo reconocido por todos en el lugar, pasó sin dar ninguna explicación, tampoco hubo nadie que se la pidiera. Con una rapidez que solo se logra con años de experiencia, bajaron hasta el cuarto nivel subterráneo y abrieron el ataúd inferior derecho del cuarto 13-C. La prostituta que se encontraba en el ataúd superior le recomendó a su cliente que se mantuviera quieto, el salaryman aceptó la propuesta al ver el símbolo en los trajes de los intrusos.

En unos segundos el equipo había introducido dos bombas de espuma EXgermztm, en unos segundos podrían avanzar sin miedo a los millones de bacterias que en la actualidad amenazaban a la humanidad, naturales o creadas por el hombre. Al abrir el ataúd el cuerpo de Lila se encontraba totalmente limpio por el EXgermztm, su cara, sin expresión, se debía a la entrada del material en la boca, degradando los músculos de su cara hasta llevarlos a ese estado.

El equipo salió del motel con su camilla llena, una unidad de conexión a la red digital y una copia bastante gastada del Tao te Ching, rápidamente subieron al vehículo que se levantó del suelo haciendo rugir sus motores magneto-gravitacionales

"Limpieza terminada, equipo WNYC-45 limpió el área. Recogió el cuerpo y recuperó pertenencias. Misión cumplida".

"Copiado, Central transmitirá las coordenadas de la próxima limpieza al piloto automático del vehículo. ¿Algún dato en la unidad de conexión?”

"No señor, esta parece haber sido afectado por el Whiteout también".

"Lástima. Bueno, sigan con su trabajo".

"¡Si señor!"

Al apagarse la pantalla de comunicaciones apareció el logo de la Tecnocracia, el mismo logo que los hombres del vehículo médico llevaban en sus trajes.

Cuentos para un amigo de la familia 1

No hay luna en Schummaher VII

No hay luna en Schummaher VII, la busqué por horas esta noche y no la encontré, la busqué en mi enciclopedia y no la encontré, pregunte y no la encontré.

Guardé mi Asistente Digital en el compartimiento magnético y le dije a la computadora que abriera la puerta, antes de salir de mi cuarto me volví otra vez hacia la ventana a prueba de aire esperando que todo fuera una visión...

No hay luna en Schummaher VII.

Salí al corredor y tomé uno de los mangos de pasillo que me propulsó a través del ingrávido complejo minero hasta la sala de ciencia. Mientras pasaba por uno de los ventanales por los que se veían cientos de personas en sus trajes espaciales construyendo nuevas edificaciones para los colonos, vi un pequeño destello en el horizonte, ¡había luna en Schummaher VII!; pero unos segundos después me di cuenta que no era sino otro carguero espacial partiendo hacia la Tierra.

No hay luna en Schummaher VII.

Llegué a la sala de ciencia y me atendió el mismo técnico de bajo rango que me había atendido antes, le pregunté si era cierto que no había luna en Schummaher VII y él, luego de lanzarme una mirada de desconfianza, me respondió negativamente: "No hay luna en Schummaher VII", dijo. Entonces le pregunté: “¿La hubo?, ¿la habrá?”, ganándome la inmediata expulsión de la sala y un reporte a mi superior.

No hay luna en Schummaher VII.

Tome un carro transportador hasta la zona recreacional, allí me tropecé con varios compañeros que me preguntaban por qué estaba llorando. No les dije nada, ellos nunca nos comprenderían; llegué al bar y me senté en la barra, allí Peter (ya te he hablado de Peter, es el cantinero) me preguntó si ya había encontrado la luna de Schummaher VII, le respondí ...

No hay luna en Schummaher VII.

Tomé un par de tragos y volví a mi habitación, saqué la Asistente Digital y corrí el programa de edición de texto, otra vez la página en blanco...

Volví a ver por mi ventana y pegué la cara al multiflexglass, a lo mejor era el vidrio el que no me dejaba ver la luna... No, no era el vidrio.

No hay luna en Schummaher VII.

Tomé la Asistente Digital y la lancé al piso, a donde nunca llegó gracias a la extraña gravedad de la estación, pero lo que mas ansiaba en ese momento era oír el sonido de ese maldito aparato rompiéndose. Lo tomé y por fin escribí:

“Querida Jane:
Por días he estado tratando de escribirte, desde que dejé la Tierra no he dejado de pensar en ti pero me ha sido imposible escribirte. Nunca podré expresar lo tanto que te quiero en palabras ya que veras,

... no hay luna en Schummaher VII...”

Y con una lágrima mandé el mensaje a través del espacio, desde Schummaher VII hasta la Tierra esperando que Jane no se olvidara de mi...

CX, 2001